viernes, 10 de junio de 2022

OJOS DE VENUS (Luis Manuel López Román, 2022)

 




Nueva obra de la saga de Marco Lemurio, el mago dotado de grandes poderes que desarrolla sus actividades en el peor barrio de la Roma republicana, la Subura. Esta vez debe enfrentarse a una extraño hecho: en las calles de la ciudad comienzan a aparecer cadáveres de hombres ancianos asesinados en circunstancias extrañas. ¿Podrá Marco resolver este misterio que amenaza con destruir todo lo que él consideraba inmutable en su vida? Con una sabia mezcla de suspense, aventuras y política, el autor nos embarca en un viaje fascinante a la Roma en la que brujas, hechiceros, asesinos, sicarios y todo tipo de criaturas acechan en la oscuridad. La saga de Marco Lemurio combina a la perfección la novela histórica, con rigor absoluto en la reconstrucción de la época, y los elementos más impactantes de la literatura de terror.

Rafael Guillén.

Sobre el autor

Madrileño nacido en 1982, Luis Manuel López Román es un amante de la historia que ha volcado su pasión en las páginas de sus obras. Aunque quiso ser biólogo, terminó decantándose por estudiar Filología Clásica e Historia en la Universidad Complutense de Madrid, especializándose en Historia Antigua. López Román compagina su trabajo como profesor de secundaria con la divulgación histórica en diversos medios digitales.

Su amor por la literatura estuvo muy presente desde bien pequeño. Amante de Stephen King, el autor ha desarrollado interés por dos temáticas en especial: el terror y la novela histórica. De esta inclinación nace su primera obra, Oscura Roma, que da comienzo a la saga Marco Lemurio que se completa con La sangre de Baco y Ojos de Venus.

Ficha bibliográfica

Título: Ojos de Venus

Autor: Luis Manuel López Román

Editorial: HRM Ediciones

Año: 2022

Páginas: 478

jueves, 9 de junio de 2022

AQUELLA SEMANA SANTA (Paz Hidalgo)

 

                                AQUELLA SEMANA SANTA…


                                A la ESPERANZA DE TRIANA


¡Por fin iba ser escuchada!

Me costó creerlo. No podía dormir. Me levanté sin saber bien para qué. Felipe roncaba y no me atreví a despertarlo para que compartiera mis nervios.

El ruido del camión de la basura sonaba sucio y rompía la magia de aquel día que iba a desvirgar mi silencio de años.

No sé bien el porqué, pero, creo, fue algo instintivo el que me dirigiera al cuarto de baño y me mirara al espejo. Encontré a una mujer ajada. No me reconocí. Hacía años que no me miraba. “¿Para qué, si tienes la vista cansada? No te des más trabajo”

Luego, opté por un vaso de leche caliente, que hizo su efecto relajante.

Me sacó de mi abstracción el llanto del bebé del 3ºderecha. “¡Seguro tiene hambre, no hay más que verlo!” Era mantecoso como su mamá a la que daban permiso en la oficina para amamantarlo durante las horas de trabajo. “Con las prisas se debe quedar con ganas y se desquita por la noche”.

Acabé por dormirme y soñé que estaba desnuda en medio de un circo romano. No había leones, pero me sentía observada por ojos sin cara, ojos de fantasmas.

Mi familia y yo vivíamos en un piso de Triana hacía algo más de treinta años. Destacaba en su entorno por su jardín cerrado alrededor del cual el arquitecto había distribuido los bloques de viviendas. Parece quiso conservar la esencia de los antiguos corrales de vecinos sustituidos por pisos, pero con cuartos de baño incluidos.

Tengo la sensación de que lo consiguió. A menudo tenía “miarma” en la punta de la lengua. Era más que un modismo, era… un halago para mí.

Allí me estrené como madre. Allí elegí ejercer a tiempo completo como tal y allí me sentí también a menudo triste por eso de no poder multiplicar los talentos (ejercer fuera).

Mis hijos lo llenaban todo y yo los veía crecer escuchando sus ilusiones (a los fallos respondía con caricias). En las palabras, duras consejeras, siempre se me adelantaba Felipe. Luego venían los reproches entre nosotros dos a los que le respondía sin ser escuchada.

Javi, mi hijo mayor, seguía dormido cuando me levanté. Si no hubiera oído en su habitación los sonidos estridentes junto a las voces quejosas de Nirvana, su grupo preferido. Había vuelto a casa después de una experiencia fracasada (un negocio de informática y un socio que se había enrollado con su pareja).

Oí, sin embargo, a Felipe cerrar la puerta del piso y me extrañó. No solía irse a su trabajo sin despedirse. Era médico y trabajaba en la unidad de trasplantes de riñón del “Hospital Virgen del Rocío”.

Estaba en la ducha e intentaba regular la temperatura del agua que caía por la alcachofa parabólica, una Hansgohe, “el nombre de la sensualidad”, según rezaba su anuncio. No esperaba a Felipe y me sorprendí. Me besó en la mejilla y dijo que había vuelto para darme ánimos aquel día que sabía duro para mí. Intentó luego centrarse la corbata delante del espejo que el vaho había manchado y se fue por donde había venido.

Es mi día “D” y no voy a desembarcar en territorio ajeno sin casco.” La peluquería

no fue un problema. Se ubicaba en los bajos del edificio.

De vuelta a casa cogí una cartera de mano (imitación de piel) que Felipe había desechado. Con ella y los nervios del momento tiré al suelo una foto que mi hijo Nacho había mandado desde Lille donde se encontraba disfrutando de una Erasmus. Se rompió el cristal del marco. Sentí lastima e intenté recoger los trozos.

Reaccioné. “Lina, llegó la hora. ¡Ponte de una puñetera vez el chip de profesora universitaria!”

Me lancé por fin al ruedo.

En el autobús con destino a la Universidad mi oído, una vez más, se impuso a las palabras hilvanadas con tanta ilusión que intentaba memorizar durante el trayecto.

Entre risas los jóvenes hablaban imitando a Chiquito de la Calzada. Me parecieron divertidos. Luego uno de ellos sacó el tema de la Semana Santa y el tono se volvió trascendental. Entre tanto entusiasmo cofrade escuché; “¡Qué bonita es la Esperanza, mi Virgen es bonita de cojones!”

Las palabras de aquel joven universitario me descolocaron. ¡Iba a ser profesora de Fenomenología del Hecho Religioso!

En el tiempo que transcurrió hasta entrar para estrenarme como docente por mi cabeza pasaron relámpagos de explicaciones. Me agarré a una de las manifestaciones de la actitud religiosa como manera de unirse a la divinidad, la emoción, que se traduce, entre otras, en el arte religioso. No había duda, aquel joven y su expresión escandalosa traducían una emoción auténtica. El arte que cuidan y despliegan las cofradías era…para sacarlo de sus casillas.

Llegó la hora. El aula, la tarima y los alumnos entre expectantes y pasotas. Tomé la palabra.

-Yo he visto un cielo y una tierra nuevos (Ap 21,1-4) –dije con aplomo.

Por unos momentos se hizo el silencio hasta que uno de los estudiantes sentado en las últimas filas levantó la mano. Comentó que le gustaba más la frase de Martin Luther King “Yo tengo un sueño” pronunciada en las escalinatas del monumento a Lincoln en su marcha a Washington el 28 de agosto de 1963.

Fue suficiente.

-De acuerdo. ¡Cuéntame!, te escucho -contesté.


                    Artículo publicado REVISTA TRIANA primavera 2022

                                                                                   PAZ HIDALGO




lunes, 30 de mayo de 2022

EL TÚNEL 29 ( Helena Merriman, 2022)


 
Narrada con un ritmo trepidante, nos encontramos aquí con una crónica sobre la construcción de un túnel bajo el Muro de Berlín y la posterior fuga de 29 personas en 1962. Apoyada en los vividos recuerdos de uno sus constructores, Joaquim Rudolph, la autora desgrana todo el proceso de elaboración bajo el subsuelo con la permanente amenaza de los derrumbes y la posibilidad cierta de ser descubiertos por las patrullas de vigilancia. 

El libro relata también los hechos históricos que propiciaron la construcción del que Willy Brandt, alcalde entonces de Berlín Occidental, definió como “Schandmauer” o muro de la vergüenza y cómo reaccionaron las potencias occidentales.

“El túnel 29” es, pues, un libro de recomendada y necesaria lectura y más hoy en día en que existen alrededor de 70 países que albergan alguna clase de muro o barrera que intente cercenar uno de los más preciados tesoros que posee el ser humano: la libertad. 

Rafael Guillén.

Sobre la autora

Helena Merriman (Londres, 1981) es una periodista y locutora británica de reconocido prestigio con una larga trayectoria como reportera para la BBC en países como Libia, Egipto, Israel, Sierra Leona y Estados Unidos. Escribió, produjo y presentó Tunnel 29, uno de los podcasts más exitosos de la BBC, con cinco millones de descargas. Considerado por The New Yorker uno de los cinco mejores podcasts de 2019, obtuvo los premios Foreign Press Association's Podcast of the Year y Rose D'Or Best Audio Entertainment, así como el Best Radio Podcast y el Acast Moment of the Year en los British Podcast Awards de 2020. Publicado en 2021, los derechos de traducción del libro se han vendido a una decena de idiomas. Merriman es también cocreadora de The Inquiry, un podcast semanal sobre temas de interés general que obtuvo el Best Current Affairs Podcast en los British Podcast Awards del año. En la actualidad, reside en Londres con su marido y sus dos hijos.

Ficha bibliográfica

Título: El túnel 29

Autora: Helena Merriman

Editorial: Salamandra

Año: 2022

Páginas: 392

lunes, 16 de mayo de 2022

CENTÉSIMO QUINTO ANIVERSARIO DEL NACIMIENTO DE JUAN RULFO

 


Juan Nepomuceno Carlos Pérez Rulfo Vizcaíno nació en Apulco, Jalisco, el 16 de mayo de 1917. Un solo libro de cuentos, El llano en llamas (1953), y una única novela, Pedro Páramo (1955), bastaron para que Juan Rulfo fuese reconocido como uno de los grandes maestros de la narrativa hispanoamericana del siglo XX. Su obra, tan breve como intensa, ocupa por su calidad un puesto señero dentro del llamado Boom de la literatura hispanoamericana de los años 60, fenómeno editorial que dio a conocer al mundo la talla de los nuevos (y no tan nuevos, como en el caso de Rulfo) narradores del continente. 

Nacido en Apulco, Juan Rulfo creció entre su localidad natal y el cercano pueblo de San Gabriel, villas rurales dominada por la superstición y el culto a los muertos, y sufrió allí las duras consecuencias de las luchas cristeras en su familia más cercana (su padre fue asesinado). Esos primeros años de su vida habrían de conformar en parte el universo desolado que Juan Rulfo recreó en su breve pero brillante obra.

En 1934 se trasladó a Ciudad de México, donde trabajó como agente de inmigración en la Secretaría de la Gobernación. A partir de 1938 empezó a viajar por algunas regiones del país en comisiones de servicio y publicó sus cuentos más relevantes en revistas literarias. En los quince cuentos que integran El llano en llamas (1953), Rulfo ofreció una primera sublimación literaria, a través de una prosa sucinta y expresiva, de la realidad de los campesinos de su tierra, en relatos que trascendían la pura anécdota social.

En su obra más conocida, Pedro Páramo (1955), Juan Rulfo dio una forma más perfeccionada a dicho mecanismo de interiorización de la realidad de su país, en un universo donde cohabitan lo misterioso y lo real; el resultado es un texto profundamente inquietante que ha sido juzgado como una de las mejores novelas de la literatura contemporánea.
El protagonista de la novela, Juan Preciado, llega a la fantasmagórica aldea de Comala en busca de su padre, Pedro Páramo, al que no conoce. Las voces de los habitantes le hablan y reconstruyen el pasado del pueblo y de su cacique, el temible Pedro Páramo; Preciado tarda en advertir que en realidad todo los aldeanos han muerto, y muere él también, pero la novela sigue su curso, con nuevos monólogos y conversaciones entre difuntos, trazando el sobrecogedor retrato de un mundo arruinado por la miseria y la degradación moral. Como el Macondo de Cien años de soledad, de Gabriel García Márquez, o la Santa María de Juan Carlos Onetti, la ardiente y estéril Comala se convierte en el espacio mítico que refleja el trágico desarrollo histórico del país, desde el Porfiriato hasta la Revolución Mexicana.

Desde el punto de vista técnico, Pedro Páramo se sirve magistralmente de las innovaciones introducidas en la literatura europea y norteamericana de entreguerras (Proust, Joyce, Faulkner), línea que en los años 60 seguirían Mario Vargas Llosa, Julio Cortázar, Ernesto Sábato, Carlos Fuentes y otros autores del Boom. De este modo, aunque la novela se plantea inicialmente como un relato en primera persona en boca de su protagonista, pronto se asiste a la fragmentación del universo narrativo por la alternancia de los puntos de vista (con uso frecuente del monólogo interior) y los saltos cronológicos. Rulfo escribió también guiones cinematográficos como Paloma herida (1963) y otra excelente novela corta, El gallo de oro (1963). En 1970 recibió el Premio Nacional de Literatura de México, y en 1983, el Príncipe de Asturias de las Letras.

Falleció en Ciudad de México el 7 de enero de 1986.

(Fernández, Tomás y Tamaro, Elena. «Biografia de Juan Rulfo». En Biografías y Vidas. La enciclopedia biográfica en línea [Internet]. Barcelona, España, 2004).

A continuación, un fragmento de “Nos han dado la tierra” de "El llano en llamas"

Después de tantas horas de caminar sin encontrar ni una sombra de árbol, ni una semilla de árbol, ni una raíz de nada, se oye el ladrar de los perros.

Uno ha creído a veces, en medio de este camino sin orillas, que nada habría después; que no se podría encontrar nada al otro lado, al final de esta llanura rajada de grietas y de arroyos secos. Pero sí, hay algo. Hay un pueblo. Se oye que ladran los perros y se siente en el aire el olor del humo, y se saborea ese olor de la gente como si fuera una esperanza.

Pero el pueblo está todavía muy allá. Es el viento el que lo acerca.

Hemos venido caminando desde el amanecer. Ahorita son algo así como las cuatro de la tarde. Alguien se asoma al cielo, estira los ojos hacia donde está colgado el sol y dice:

-Son como las cuatro de la tarde.

Ese alguien es Melitón. Junto con él, vamos Faustino, Esteban y yo. Somos cuatro. Yo los cuento: dos adelante, otros dos atrás. Miro más atrás y no veo a nadie. Entonces me digo: “Somos cuatro”. Hace rato, como a eso de las once, éramos veintitantos, pero puñito a puñito se han ido desperdigando hasta quedar nada más que este nudo que somos nosotros.

Faustino dice:

-Puede que llueva.

Todos levantamos la cara y miramos una nube negra y pesada que pasa por encima de nuestras cabezas. Y pensamos: “Puede que sí”.

No decimos lo que pensamos. Hace ya tiempo que se nos acabaron las ganas de hablar. Se nos acabaron con el calor. Uno platicaría muy a gusto en otra parte, pero aquí cuesta trabajo. Uno platica aquí y las palabras se calientan en la boca con el calor de afuera, y se le resecan a uno en la lengua hasta que acaban con el resuello. Aquí así son las cosas. Por eso a nadie le da por platicar.

Cae una gota de agua, grande, gorda, haciendo un agujero en la tierra y dejando una plasta como la de un salivazo. Cae sola. Nosotros esperamos a que sigan cayendo más y las buscamos con los ojos. Pero no hay ninguna más. No llueve. Ahora si se mira el cielo se ve a la nube aguacera corriéndose muy lejos, a toda prisa. El viento que viene del pueblo se le arrima empujándola contra las sombras azules de los cerros. Y a la gota caída por equivocación se la come la tierra y la desaparece en su sed.


¿Quién diablos haría este llano tan grande? ¿Para qué sirve, eh?


CENTÉSIMO VIGÉSIMO ANIVERSARIO DEL NACIMIENTO DE GEORGE ORWELL (1903-2023)

George Orwell, seudónimo de Eric Blair, nació en Motihari (India) el 25 de junio de 1903, falleciendo en Londres el 21 de enero de 1950. E...