LA TRIANA
OCULTA: MARIA NIÑO
Como en Pedagogía se aconseja que el
curriculo oculto debe ser lo menos oculto posible quiero, antes de
comenzar, expresar mi deseo de que a pesar de los datos y fechas que
son necesarios para informar, repito “a pesar de ellos”mi
intención es conmoverlos al dibujar la silueta de la protagonista
que nos ocupa, MARÍA NIÑO.
Para ello quisiera invitarles a que
me acompañen nada menos que a exhumar unos restos. No pretendo
asustar a nadie, los restos que voy a sacar a la luz han alcanzado ya
el grado de reliquias y lo único que busco es que luzcan como las
ruinas acristaladas de cualquier museo subterráneo. Son estos
restos una parte de la historia del suelo que pisamos en este
momento. Es decir, la Triana oculta.
Todo empezó, me refiero a mi afición
por desenterrar antigüedades, en un paseo guiado por la Triana del
flamenco no hace mucho.
Es por todos bien conocido que Triana
y los gitanos han ido de la mano durante muchos siglos (ya en siglo
XVI hay seis de ellos empadronados aquí y dedicados al negocio de la
herrería como olleros).
Recordemos que llegan a España con
los reyes católicos en 1465 y que, a diferencia de los musulmanes,
son muy bien acogidos por su referencia a ser “egipcianos menores”
(turcos) perseguidos por aquellos debido a su cristianismo.
Eso sí, debido a su carácter errante
se les obliga a trabajar so pena de “cortarles las orejas o darles
amo” en una pragmática de Carlos I en 1525.
Hay que excavar poco para que
aparezcan sus vestigios. Algunos conservando su pureza todavía hoy
los representan con sus cantes y su duende inconfundibles. Pero hay
que reconocer que, aun siendo admirables, el mercantilismo les ha
desposeídos, pienso, de su original autenticidad.
Hoy las gitanas jóvenes que quedan en
Triana con frecuencia fuman, manejan internet para buscarse pareja y
se dan mechas rubias, al menos las que yo conozco.
Su liberalidad no es como antes una
nota distintiva sino más bien un gesto de identificación con el
ambiente.
Es evidente que Triana ha dejado de
ser el arrabal de antes. A Los corrales de vecinos en la Cava Nueva o
Cava de los Gitanos, les ha dado la “puntillá” algo más que la
avaricia inmobiliaria (el significado de periferia lo ostentan ahora
las urbanizaciones dormitorios de la cornisa del Aljarafe que, a
pesar del río de por medio, nadie los vive como arrabales). La
globalización ha hecho de Sevilla y Triana, no ya un pañuelo,
sino un clínex y de una sola capa. Eso sí, algo impregnó su aire
que suele imprimir carácter a los Trianeros nuevos que la vivimos, y
a los que se fueron que lo transmiten como un valor a sus orgullosos
descendientes de polígonos y barriadas.
Pero volviendo a los primeros
hallazgos, a los más superficiales, es evidente que los que más
proliferan son de raza calé.
Y es entonces cuando tropiezo con
Demófilo, Manuel Machado Álvarez, el padre de los Machado casado
con una trianera, Ana Ruiz, hija de un modesto dulcero. Demófilo
recopila coplas, como la que habla de los montes de la Encarnación
en su colección de Cantes flamencos de 1881
SI
TU MARE TE PREGUNTA/ POR LAS MOÑAS E LOS SAPATOS/ EN ER CAMINO E
CARTUJA/ AYI LOS TIENE CORGAITOS./SI SI PERO NO/ ARBOLEITAS E PINOS
VERDES, MONTES DE LA ENCARNACION.
Mas tarde Emilio Jiménez Díaz en su
libro “Triana en labios de la copla “recoge ésta.
DOS
MONTES TIENE TRIANA / QUE ERAN PA VOLVERSE LOCO / UNO DE MARIA NIÑO
/ OTRO DEL MONTE PIROLO / CUANDO EN TRIANA / SE DERRAMABA EL ARTE DE
MADRUGADA.
Empiezo a tirar del hilo de este tema
partiendo por tanto de los MONTES (o montículos) DE LA ENCARNACION.
La Encarnación era una preciosa y
grandiosa ermita que en dos ocasiones llegó a sustituir a la
parroquia de santa Ana en sus funciones por cierre. Una cuando el
terremoto de 1755 para su reconstrucción. Otra cuando en 1900 la
epidemia de cólera hizo necesario tapiarla por el olor hediondo que
desprendía los cadáveres enterrados en sus bóvedas, como Justino
Matute cuenta en su APARATO PARA ESCRIBIR LA HISTORIA DE TRIANA de
1818.
En estas dos ocasiones supuso, dice
textualmente, el traslado de “SU MAJESTAD” a la dicha
ENCARNACION, iglesia de tres naves separadas por columnas de mármol
y con pinturas en su retablo de Herrera el Viejo.
Estaba situada inmediata a las
Mínimas, en la actual Pagés del Corro y tuvo su origen en el
hospital de mismo nombre extinguido antes de 1587. La Cofradía que
aquí tenía su sede era la del Santísimo Cristo de la Sangre y La
Virgen de la Encarnación titular ésta hoy de la de S. Benito, la
llamada “Palomita de Triana”.
Parece que esta Hermandad se funda en
1554 en el cercano convento Mínimo de la Victoria (¡ojo que este
convento va a ser el eje alrededor del que voy a ir desenredando la
historia de la “Triana Oculta”!) y que después de pasar por
santa Ana compran unos terrenos en la Cava Nueva en 1565 donde
permanecen hasta que, después de la desamortización de 1868 es
derruida (1874).
Pero volvamos a los montes de dicha
Encarnación con los que he comenzado.
Por el plano del asistente Álvarez
Benavides de mediados del XIX se sabe que colateral a la actual calle
Paraíso estaba situado en el s. XIX una plaza de la Encarnación
donde se puede decir que terminaba la Cava de los Gitanos y en ella
los dos montes citados.
1ºMonte Pirolo. Deduzco que este
nombre se debe a la palabra culta Pirología; conocimiento del
trabajo del fuego, por la abundancia de fraguas de gitanos en la
zona. Caganchos en Evangelista, Pelaos en la esquina hoy de
Farmacéutico con Pagés del Corro, la de los Puyas enfrente… Y que
el nombre, precisamente y en principio, es un cultismo más propio de
gente ilustrada que de gitanos, aunque estos después la hicieran
suya hasta el punto de adoptarla para su negocio. Y así el tío
Antonio Cagancho a principios del XIX llamará a su fragua con este
nombre, “Monte Pirolo”.
2º monte de María Niño. El monte
nombrado y cantado en las coplas de Triana, precisamente por ser
lugar del cante, es el de María Niño que, según dicen por
deformación en la transmisión oral dio lugar al nombre de monte de
Marianillo.
No es de extrañar. Se sabe que por la
transmisión oral de un viejo romance castellano Nerón de tanto
mirar desde la roca Tarpeya se convirtió en “marinero de Tarpeya”
(Cervantes en Rinconete y Cortadillo lo comenta).
Pero lo que me molesta es que sin que
la citada señora, María Niño, pidiera “cambio de sexo”, hoy en
Triana y muy cerca de donde estuvo rotulada la calle, antes callejón,
(así en el callejero de Moreno Gálvez 1845) de María Niño (en los
años 70 sustituida por la de F. M. HERRERA) se encuentre la de
MARIANILLO a quien el transeúnte, lógicamente, toma por un hombre.
En el mejor de los casos por un hombre relacionado con el flamenco.
Antes de continuar sostengo la
hipótesis de que posiblemente los dos montes de los que habla la
copla fueran físicamente uno. (Lo de “monte” podría ser por que
esta parte de la actual Pagés del Corro estuviera más elevada que
la, hoy, otra acera. También porque fuera una apreciación subjetiva
de contemplarla desde el otro lado del foso que era la cava y que
supondría una ascensión el llegar a ella).
En principio, según lo investigado y
la lógica, se llamaría de María Niño por su propietaria, luego,
éste mismo monte fue rebautizado con el nombre de Pirolo en un gesto
culto por las fraguas que lo poblaban cuando la citada María había
ya muerto. Convivirían los dos nombres, pero María se masculinizó
por pereza del lenguaje y porque la masculinidad del Pirolo lo
imponía. El compadreo y el machismo bautizaron, de hecho, al monte
en cuestión en dos topónimos distintos, pero machos los dos.
La mujer, al parecer, como tal ya
tenía bastante. P0r ello,¡vivan los dos tíos, PIROLO y MARIANILLO
marcando territorio!
Es ahora, y en un arranque de
feminismo, cuando me arremango y decido desenterrar esa estatua
mutilada y oscurecida por el paso de los siglos que aparece con la
inscripción imborrable de María Niño, a pesar del paso del tiempo.
(La escritura de la casa donde vivo de principios de los años 70
nombra los terrenos donde se construye como situados en la calle de
María Niño).
Lo hago con cuidado y hasta con mimo
pues me llena de ternura el conocer por la historia del arte parte de
la vida de esta mujer por otro lado envuelta en un halo misterioso y
romántico.
Creo que ahora debo aclarar que la
María Niño de la que voy a hablar es la de la que lo hace A. Santos
Márquez (catedrático de arte) en su estudio sobre la capilla
funeraria de Alonso Daza y que sustenta en legajos del Archivo de
Protocolos notariales de Sevilla, publicado en 2006.
Modestamente discrepo en cuanto a que
el Marianillo que nos ocupa proceda de María Niño de Guevara, como
afirma en su Callejero de Sevilla el justamente reconocido académico
José Mª de MENA. Sencillamente porque esta señora con la que tuvo
dos hijos naturales Fernando Cortés Ramírez de Arellano, 3º
marqués del Valle y nieto de Hernán Cortés, además de ser natural
de Madrid y haber tenido sus hijos allí, debió nacer entre 1560 y
70 y por tanto imposible que ocupara el monte que ya ocupan las
Mínimas esos años. Por otra parte, no parece posible, desde el
punto de vista fonético, la evolución de tan poderoso apellido en
“Marianillo”.
Debo reconoce una dificultad que
debilita en cierto modo mi tesis: pudiera ser que la huerta de
Marianillo en Triana sea la vulgarización de otra María Niño, una
posible compradora a los frailes Mínimos, ya a partir de 1835 tras
la desamortización de Mendizábal. No tengo pruebas de su
existencia, pero eso no es suficiente para descartarla, aunque sí
para aparcarla. Sin embargo, no hay duda de la existencia y presencia
en Triana de MARÍA NIÑO a mediados del XVI procedente de ultramar
como protagonista del arte funerario y en relación estrecha y
documentada con los frailes Mínimos del convento de la Victoria.
Los libros especializados, como la
revista Arte Hispalense, hablan de la capilla funeraria de D. ALONSO
DAZA en el convento Mínimo de N. Sra. de la Victoria (Antonio Santos
Márquez, catedrático de arte). También de María Niño, su viuda,
que una vez que éste murió viene a Triana por deseo expreso de D.
Alonso en testamento de emplear parte del dinero ganado en Nueva
España para darle pompa fúnebre construyendo una capilla funeraria
para él y su familia.
Lo primero que se viene a la cabeza es
que el propósito no era otro que comprar con dinero un
reconocimiento entre sus vecinos del que adoleció en otro tiempo.
¿Pudo ser que Alonso Daza quisiera
resarcirse de la espina de la discriminación que llevaría clavada
cuando el 1 de Agosto de 1519 tuvo que ocultar su nuevo cristianismo
al embarcar en el velero llamado Cristóbal Verde (¿familiar de un
marinero que acompañó a Colón en su primer viaje?) como pasajero
rumbo a las Indias después de comprar una licencia falsificada a
cualquiera vendedora clandestina, que las había, como la famosa
Francisca Brava que hacía negocio por la puerta de san Juan, o,
quizás, pagar los 80.000 ducados que Cisneros, como un favor
después de las revueltas en contra de la prohibición de viajar a
las Indias a los cristianos nuevos, ese año precisamente había
estipulado?
Me inclino por lo primero por que en
el libro de embarque del archivo de Indias no consta lo segundo, que
era lo establecido.
Es muy posible que pudiera ser por eso
por lo que este mercader de pieles indiano (está documentado en 1508
el encargo que hace a los carniceros del Aljarafe de proveerlo de
todas las pieles que pudiesen) quisiera ser enterrado con todos los
honores.
Es una sospecha que avala, además, el
que algunas de las capillas de la catedral de Sevilla fueron con sus
enterramientos de conversos la forma de demostrar, también, la
limpieza de sangre del difunto para su familia.
Como ejemplos, la capilla de don DIEGO
CABALLERO, conocida por la del MARISCAL por el cargo que desempeñó
en La Española este hijo de judío castigado en acto de fe y que
había embarcado en 1502 en la expedición de Ovando con una mano
delante y otra detrás, como criado del genovés Grimaldi.
Su carrera allí se inicia con el
apresamiento y comercio de indígenas, carimbándolos, herrándolos
(hasta 1526 no se ilegaliza esta práctica, y no en todos los casos),
y de perlas después, para acabar siendo dueño de una flota de
barcos
También la de otro converso, don
Fernando de Jaén, con el famoso cuadro descendimiento hoy en la
catedral al desaparecer la Iglesia de la Santa Cruz, en el barrio del
mismo nombre, donde estuvo su capilla funeraria. Como recuerdo hoy
queda solo el nombre de la plaza donde estuvo Iglesia y cuadro,
también de Pedro de Campaña que la presidía
Sin embargo, después de conocer las
circunstancias políticas y sociales en Nueva España a partir de
1542, que debió conocer antes de morir don Alonso, Daza, deduzco
que el verdadero motivo de la venida de María Niño a Triana fue
asegurar para ella y su familia un futuro económico y social que
vería peligrar con el revuelo de las llamadas Leyes Nuevas con las
que el emperador, respondiendo a las críticas entre otros de padre
Las Casas, dejaba ver el principio del fin de los privilegios y
abusos de los conquistadores y colonos como auténticos señores
feudales.
Lo de su capilla funeraria, creo, fue
una argucia o carta de presentación en aquella sociedad donde la
protección de la Iglesia, comprada con la fundación para la
capilla, era el mejor seguro de vida que podía dejarle, diríamos
con vocabulario de hoy.
¿Fue casualidad o más bien un
recurso de moda entre los cristianos nuevos el encargar las
pinturas de los retablos de sus capillas funerarias en los mismos
años a Pedro de Campaña? Esto último sostiene el erudito Celestino
López Martínez cuando en su libro “De Jerónimo Hernández a
Martínez Montañés comenta la de D. Alonso Daza.
Este, además del deseo fúnebre común
a los conversos, sabemos que había nacido en Huevar, donde hay
constancia histórica de que hubo judería.
Sin embargo, el lugar de nacimiento de
María Niño es desconocido. Se encuentra en el Archivo de Protocolos
Notariales un documento notarial fechado en Tenochtitlan en 1536en el
que se declara la dote entregada a la dicha María por su casamiento
con Alonso Daza.
Acompaño fotocopias de un extracto de
la trascripción de dicha nota.
En ella se declara que es hija natural
de Domingo Niño oriundo de Triana, ya fallecido, y que está bajo la
tutela de otro Trianero llamado Francisco de Ávila en ese momento de
contraer matrimonio.
No era normal que un hombre embarcara
como soldado o como mercader con una niña sin su madre. Por ello lo
lógico es pensar que fue fruto de una relación con alguna indígena,
cosa frecuente entre los españoles. Pensemos en Hernán Cortés que
de sus once hijos con seis mujeres distintas varios fueron mestizos.
Tampoco era frecuente que los
reconocieran. Corrían suerte adversa y solían acabar abandonados
por ambas familias y en la calle. Muy pronto, promovidos por el
primer obispo de Nueva España, el franciscano Zumárraga, la corona
comprendió que era provechoso no sólo cristianizar sino españolizar
y existieron colegios para estos niños (en 1530 en Coyoacan, ya,
para niñas).
Los colegios para indígenas y
mestizas no fueron valorados por los nativos ya que decían que las
hacían “vagas para el trabajo como en Castilla”. La mujer
indígena no sólo trabajaba la tierra, sino que debido a la
normalidad de la poligamia estaba bien visto el amancebamiento con
españoles como modo de sustento para la familia.
En el caso de María Niño supongo que
el ser reconocida conllevaba que su padre pudiera vivir con su madre
(¿fue la esclava indígena Isabel a la que hace alusión la nota?).
El abandono por parte de los españoles
de los hijos habidos con indígenas era, en muchos casos consecuencia
de tener ya familia oficial.
De lo leído en la nota a la que he
hecho alusión se deduce que tenía una posición más que
desahogada, pero eso no quita el pensar que se encontraba
desprotegida en lo social, y que el matrimonio era una solución de
urgencia para una joven huérfana. Tuvo suerte-. Tampoco eran
frecuentes los matrimonios de españoles con mestizas al principio a
no ser que fueran adineradas y educadas, que era su caso.
La edad que tenía en ese momento,
suponiendo, es lo más lógico, que hubiera nacido allí, serían
entre doce y dieciséis años, ya que hasta 1522 no conquista Cortés
Tenochtitlan.
Resultan significativos los nombres
de los testigos que aparecen en el documento (repito, fechado en
1534).
Si, por parte de ella declara García
Terrazas, conquistador mayordomo personal de Cortes, por parte de él
uno de los miembros de la familia de los Farfanes, famosos marineros
soldados en la conquista de Tenochtitlan procedentes de Triana.
El tutor de María parece se trata de
Francisco de Ávila recompensado por Cortés por ser uno de los
primeros pobladores con la encomienda de Tulancingo (una de las más
grande y fértiles), a medias con el conquistador citado García de
Terraza.
Los encomenderos eran conquistadores a
los que al no poder pagar con oro se les recompensaba con indígenas.
Toda una historia negra hay sobre las encomiendas que al parecer eran
más bien explotaciones humanas (en 1542 Leyes Nuevas van contra sus
abusos y sobre su carácter hereditario).
Me ha parecido curioso y significativo
entre los personajes citados el que le debieran dinero, que deduce el
desahogo económico de Domingo Niño. De manera especial que esté
entre ellos Nuño de Guzmán (según Las Casas “el gran tirano”
por su crueldad con los nativos) mandado por Carlos V como presidente
de la Audiencia para controlar a Cortés y que le salió rana. Cortés
a su lado “un angelito”. Puede que más que una deuda fuese el
peaje, del padre de Maria para poder vivir sin ser molestado y
tenerlo como valedor ante los problemas diarios.
La vida nada idílica de aquellos
colonos, aunque tuvieran una huerta en Tacubaya, zona de descanso de
la élite colonial, no debía ser fácil y, si era necesario, se
aliaban con el diablo para sobrevivir en medio de intereses y
ambiciones por doquier.
No he podido, sin embargo, encontrar
referencias de Domingo Niño ni en el libro de embarque de la Casa de
Contratación, (existente desde 1503), ni en el Archivo Parroquial de
Santa Ana (bautizos desde 1502), ni entre los acompañantes de Cortés
por el libro de Bernal Díaz del Castillo “La verdadera historia de
la conquista de Nueva España”, atribuida, actualmente, al propio
Cortés por un historiador francés llamado Duverger para intentar
rehabilitar su fama.
Lo primero que se viene a la cabeza
es que estuviera relacionado de alguna forma con la extensa familia
de marineros conquistadores de Moguer de los que la estudiosa A.
GOULD dice que “respecto al parentesco entre ellos todo está
liado”.
A ciegas me decanto porque fuera hijo
de Francisco Niño, de Moguer, grumete ya en 1492, por eso de que
muere en Puerto Caballos, la actual Honduras, como alcalde puesto por
Cortés en 1526, después de vencer a Gil Dávila entre otros
aspirantes a la zona. En ese caso Domingo podría habría nacido,
como su hija, en las Indias.
Pero el que hable de Triana como lugar
de procedencia me lleva a relacionarlo, supuestamente y de forma
extramatrimonial, con el famoso piloto Andrés Niño avecindado en
nuestro barrio mientras recorría en distintas expediciones aquellas
tierras (en 1504 ya hay constancia documental de este hombre en las
Indias). Era normal el ir y venir del mismo personaje varias veces.
Los viajes de negocios ya estaban de moda, aunque hubiera que cruzar
el océano en barco de vela y lo de un amor en cada puerto también.
Pero éste parece que no fue muy amigo del gran Cortés. Por ello lo
veo con menos posibilidades.
La verdad es que sólo cuento para
hacer un retrato de Domingo a través de sus amistades documentadas
Lo que es evidente, por las
anteriores nombradas, que el padre de MARÍA NIÑO y ALONSO DAZA,
ganadero y mercader, estaban bien relacionados con la clase mas
poderosa de aquella sociedad de Nueva España donde Cortés y los
suyos tenían el poder en medio de crueldades e intrigas.
Una fecha a tener en cuenta para esta
historia, 1545. Es cuando cuando los frailes Mínimos conceden a
MARÍA NIÑO la licencia para llevar a cabo el deseo de su difunto
esposo, hacer realidad la fundación establecida en testamento para
levantar en TRIANA la capilla funeraria. Es lógico pensar que estaba
antes, por el tiempo necesitado para los trámites.
No sé si lo intentó en otro lugar
sagrado, pero en aquel momento, después de la catedral, el citado
convento gozaba de gran prestigio. El difunto Alonso Daza había
embarcado hacia el nuevo mundo pocos días antes de la expedición de
Magallanes y sabemos que ya entonces estaba de moda entre la gente
del mar este cenobio. No es de extrañar por tanto su elección.
Los Mínimos habían llegado a Sevilla
en 1512 y según cuenta Alonso Morgado en la Historia de Sevilla de
1587 fueron muy bien recibidos y REGALADOS por el arzobispo Diego de
Deza. Rechazan vivir en Sevilla y se trasladan extramuros por ir mas
en línea con su regla de “ora et labora”. Aceptan una capilla
llamada de san Sebastián en Triana, que fue un antiguo hospital
cuyos cofrades estaban en decadencia y que les piden seguir con su
culto al santo y poco más.!No confundir con la de los Mártires en
la actual Paraíso del gremio de calafates de mediados del XVI!
El abad Gordillo en 1632, fecha del
perdido pero copiado documento “Religiosas estaciones que frecuenta
la religiosidad sevillana”, relata una procesión que se llevaba a
cabo desde la catedral a dicha ermita de san Sebastián porque según
cuenta la tradición fue aquí donde estuvo por primera vez la imagen
de la Virgen de los Reyes, ya que fue éste el lugar del campamento
de las tropas cristianas en la conquista de la ciudad por el rey S.
Fernando.
El terreno del CONVENTO DE LA
VICTORIA desde Salado se adentraba ocupando gran extensión de
“Tierras de cultivos, naranjal y un albercal”.
Morgado comenta el desencuentro de
éstos con el atípico y estrafalario fray Pedro y su barraca a
orillas del río (germen del Convento de los Remedios) ya que por
la vecindad y proximidad les quitara protagonismo económico en la
zona, como así ocurrió con los años. Pero el tozudo ermitaño
llegó a recurrir a Roma para que no lo echaran del sitio escogido.
“Pero queriendo Nuestro Señor que
permaneciese”, dice el citado Morgado. Es decir que los Mínimos
de La Victoria no pudieron con él y sus devotos.
Sin embargo, es curioso, no se
opusieron al establecimiento de otras instituciones religiosas al
otro lado del convento. Deduzco sería porque obtenían beneficios
económicos de ellas: La Hermandad de la Estrella, la capilla de los
Mártires del gremio de calafates, las posesiones de María Niño, la
ermita de la Encarnación…
De la importancia del convento de la
Victoria, sobre todo para las gentes del mar, nos puede dar idea la
pompa y fiesta que hubo en Triana por la bendición en su Iglesia de
las banderas y pendones que llevaron Magallanes y Elcano en su
vuelta al mundo antes de zarpar el 1o de Agosto de 1519 Precisamente
sería sólo la Nave N. S de la Victoria la única que volvería
después de tan memorable viaje.
Pero, además, la Iglesia que
levantaron en 1524 bajo el patronazgo de D Francisco Duarte y
Mendicoa para el enterramiento de él y su mujer Catalina Alcocer
resultó grandiosa. Está bastante aceptado que el actual retablo de
la iglesia de S.Jacinto perteneció a ésta y nos da idea de sus
proporciones, aunque no sería el original porque éste es de finales
del XVII (artículo de la historiadora Matilde Fernández Rojas).
Fue famosa su escalera de mármol roja con artesonado de madera en su
techumbre.
MARÍA NIÑO estaría orgullosa. La
capilla funeraria de su esposo compartía espacio nada menos que con
tan ilustre señor, Factor de la casa de Contratación, Proveedor de
la Armada y los Ejércitos, Contador del Emperador en Italia y
fundador del Mayorazgo de Benazuza…muerto en 1554 y enterrado allí,
en el altar mayor (hoy sus esculturas yacentes están en el panteón
de sevillanos ilustres). ¡Todo un lujo de vecino!
Además, dicha Iglesia estaba de moda
y era visitada por sus famosas reliquias: leche de la Virgen, un
diente del Bautista, y pelos de la barba de S. Pedro entre otras.
En este tema me remito a una monjita
jerónima del convento de Santa Paula, quien con mucha gracia, cuando
hoy enseña los relicarios se su museo, por si acaso, añade “que
yo sepa nunca fueron un dogma”. Y así acalla bromas y risitas.
De su grandeza nos da también idea
las Hermandades que aquí surgieron, de sus procesiones
desaparecidas, y de las que hasta hoy han perdurado.
La Hermandad de La Estrella (1560 --
66), que primero ocupó una capilla dentro del convento, pero que
luego levantan una propia en un solar contiguo cedido por los frailes
por la renta de dos ducados anuales en 1570. La fusión de la
Estrella con la del señor de las Penas, nacida en la ermita de la
Candelaria es ya del s.XVII.
Está documentada la presencia y
supuesta vecindad de María Niño en Triana y que interviene
activamente en ejecutar su plan, pero que lo hace (la mujer además
de sola hay que pensar como se sentiría en ambiente desconocido) a
la sombra de un hombre que es su apoderado, y que en su nombre
contrata a Juan de Gante para que fabrique el retablo en madera de
castaño con columnas de cedro, a Pedro de Campaña para que pinte
las tablas y entre ellas, la de la figura al natural del difunto.
Incluso para que contrate a los albañiles que adecuarán la estancia
en una capilla lateral del mismo con artesonado de madera,
revestimiento de azulejos trianeros y ventana al exterior.
El hombre en cuestión es Hernando de
Ballesteros. He elucubrado al pensar que tipo de relación podía
unirlos para llegar a la conclusión de que el nexo que los unía era
tan prosaico que deja fuera de toda duda algo más allá del negocio,
ya que este hombre era un platero reputado en la Sevilla de entonces.
En definitiva, supongo, le ayudó
puliendo (lo digo en su doble sentido) la plata traída, sus
posesiones convertidas en el noble metal.
Ballesteros el Viejo poco después en
1551 es nombrado platero de la catedral y María Niño se instalaría
en un montículo de la cava nueva, con una enorme huerta que llegaba
hasta la actual calle de Esperanza de Triana.
La imagino extrañándolo todo menos
las famosa riadas, que le serían familiares por su vida en la ciudad
lacustre de Tenochtitlán y mirando cada día la ventana del cercano
convento que la esperaba en su descanso eterno, si ocupó como
vivienda el lugar donde la ubico.
El que escogiera Triana para vivir en
principio no tiene que extrañar pues está documentado que dos
personajes aquí citados de alcurnia y posibles poseían huertas de
recreo en ella aquellos años.
Así, dentro del Mayorazgo de
Benazuza, se describe la huerta llamada “Quitapesares” donde
irían a disfrutar de su arboleda y de la vista animada de la Torre
del Oro desplazándose de la colación de S. Nicolás donde vivían,
D.Francisco Duarte y Dª CATALINA con sus hijos.
¿Estarán debajo de la hoy “Casa de
las Columnas” y del Hospital y Capilla de los Mareantes, las
huellas de esta familia (en 1554 muere D. F. Duarte y en 1561 ya hay
constancia de los esfuerzos económicos por comprar el lugar donde
levantarían su sede, luego Escuela, los citados Mareantes)?
También en un paisaje a plumilla de
la Triana de 1567 del flamenco Antón Van de Wyngarde encargado por
Felipe II (entre otros de distintas ciudades españolas) se le da
nombre por escrito a la hermosa heredad con las casas del nombrado
Mariscal, don Diego Caballero, situadas en esta orilla del río.
Triana era hermosa y valorada, pero lo
que no se entiende mucho es que a pocos metros de la que iba a ser su
tumba esta mujer ubicara su casa por muy apetecible que fuese el
monte. Supongo se libró, de momento, del fuego por la terrible
explosión de la fábrica de pólvora que en 1579 se encontraba
cercana a la actual plaza de Cuba en la que murieron cientos de
personas muchos trozos de las cuales (Morgado habla de brazos y
piernas) aparecieron en la otra orilla del río.
¿Era esta mujer una persona triste y
lúgubre? Puede, pero me inclino más por una mujer desarraigada e
insegura a la que le costó adaptarse al nuevo ambiente que no era el
suyo por mucho que se llamara María Niño y fuera dueña de una
porción grande de esta Triana, su tierra prometida, por la que cruzó
un océano y convirtió sus pertenencias, o vivencias (eso le
resultaría más doloroso), en plata.
Presupongo que no volvió a casarse
porque si hubiera sido así (además de perder la herencia como
viuda) el segundo marido no hubiera consentido el protagonismo del
nombre de María en Triana, lo hubiera eclipsado.
Es posible que viniera con algún hijo
(CAPILLA FUNERARIA PARA EL Y SU FAMILIA). En un documento de 1602
sobre un pleito de los frailes Mínimos de la Consolación de Utrera
contra los Terceros de Sevilla un tal Alonso Daza actúa como jurado
a favor de aquellos. Después de lo conocido, es lógico pensar fuese
algún descendiente de María Niño, todavía en estrecha relación
con los mismos.
Lo más sorprendente es que después
de casi 500 años su nombre, aunque desfigurado, haya seguido
pronunciándose para identificar el lugar en el que vivió esta
mujer.
Mucho debió impactar su presencia
materializada en ser propietaria de extensión tan considerable,
aunque Morgado no aluda a ella y Justino Matute no la considere
trianera ilustre
Para mí ha sido una casualidad vivir
en lo que debió ser su huerta y una suerte el poder presentarla en
Triana, al tiempo que escudriñar a través suya en la historia.
Y no creo que fuera sólo por su
riqueza y exotismo, sino que algún halo de misterio debía
envolverla que ella no se preocupó en disipar y al que contribuyó,
a buen seguro, la enorme extensión de terreno que habitó a
extramuros, o detrás de la cava, que era lo mismo, ya que ésta era
realmente una defensa del río y de malhechores. Lugar, por cierto,
que después de ella las Mínimas habitaron y abandonaron un tiempo
por “peligroso, por inundaciones y hombres malos que saltaban las
tapias del convento”.
Por su físico debió estar
acomplejada. Lo normal, como en el caso de la capilla del Mariscal en
la que tienen protagonismo no sólo su mujer y su hijo sino hasta
cuñada, sobrinas y madre, es que hubiera sentido la tentación
lógica de quedar inmortalizada en su retablo junto a su marido y no
fue así. En sus tablas, con escenas de la pasión (Jesús atado a la
columna y el lavatorio de pies) lo adornaron, además de san Joaquín
y santa Ana, san Francisco de Paula, y hasta santa Catalina de Siena,
pero de ella ni rastro.
A pesar de la falta de datos
documentales me voy a arriesgar a decir que en 1564 María Niño ya
había fallecido (otra opción es que dejase de vivir en Triana). Los
datos al alcance de mi mano en los fondos del Archivo Histórico
Nacional los he dejado estar. Es una pasta el que vean la luz y la
investigación no es mi profesión a estas alturas.
Pienso que parte de su Monte fue
comprado por la cofradía que levantó la ermita de la Encarnación
en 1565(¿a los frailes con los que esta Hermandad en su fundación
estuvo relacionada, o a los herederos de María?). Sobre todo porque
las MINIMAS se establecen en Triana en 1566 y de alguna manera ocupan
su monte
Según A. Morgado “Las TRAEN Y lAS
COLOCAN EN TRIANA MUY CERCA DE ELLOS LOS MINIMOS DEL CONVENTO DE LA
VICTORIA”.
No sé si fue un intercambio de
favores entre María o sus descendientes con los frailes de la
Victoria o fue una venta en toda regla.
Es muy probable que los Mínimos de la
Victoria negociaran con nuestra María. Primero vendiéndole el monte
y luego a su muerte comprándoselo, o cambiándoselo por misas (una
capellanía).
Cuando el superior de los Mínimos de
la Victoria pide licencia al racionero de la catedral, Gil de
Cervadilla, para el traslado de las monjas debido a la pobreza y
necesidad extrema con la que viven en Segura de León dice
textualmente: tenemos TRATADO y constatado ya el sitio, y PUESTO
(¿puede interpretarse que contaban con edificio construido?) “que
lo mande ver y que hay peligro en la tardanza. Nuestra orden ha
procurado buscar sitio para ellas y han hallado, que ninguno hay
mejor”. Este documento está fechado en 1564.
El peligro al que hace referencia,
deduzco, sería desaprovechar la ocasión producida por la muerte de
María Niño, que enterrada en su convento les facilitaba cualquier
tipo de trato con los herederos o de venta por parte de los herederos
a terceros.
La huerta debió ser, además de
hermosa, olorosa con los naranjales en flor cuando llegaba la
primavera. También una buena despensa para aquellas monjas que
llegaron hambrientas de Extremadura a pesar de los buenos guarros que
daba la tierra. Pero ni carne, ni huevos ni leche…. Solo pescado y
verduras.
El nombrado Morgado, también
extremeño, que las visita por ser cura de Santa Ana desde 1573
espontáneamente dice de ellas “Que a pesar de la dieta las monjas
más ricas de Sevilla no las exceden en hermosura. Y Para que nadie
piense mal añade “Como quiera que los manjares del alma son los
perfectamente saludables “.
Mi sexto sentido es el que me lleva a
describir a María como una mujer misteriosa, que no rara, aunque no
alcanzara el grado de emparedamiento algún rasgo de este estado le
atribuyo.
Todavía quedaba alguno de estos
establecimientos en Sevilla cuando ella se ubica en Triana. Estos
lugares eran casa particulares pegadas a alguna iglesia o convento
con el que se comunicaban por una ventana enrejada. De este modo
tenían el poder disfrutar de la iglesia vecina. Allí se recogían
mujeres viviendo de su patrimonio o trabajo.
En Triana había habido uno pegado al
castillo de san Jorge y otro en Santa Ana pero quedaban todavía en
Sevilla en S. Idelfonso, Santa Catalina y san Miguel en esos años.
¿Fue María Niño una Beata sin reja,
(que por otra parte no necesitaba para divisar cada mañana a través
de los naranjos de su monte la ventana de su morada definitiva), y
sin otra compañía que sus criadas algunas venidas con ella de la
tierra que la vio nacer? Da bastante el perfil.
¿Sabían que el callejón que lleva
su nombre en un mapa de Moreno Gálvez del XIX se llama, a medida que
avanza y se mete entre huertas, al principio de María Niño y luego
de LA FANTASMA?
No lo puedo evitar hay algo, o
alguien que me empuja a estas alturas de sus peripecias a imaginar su
rostro.
La María que se me aparece sonríe,
a pesar de las llamas que convirtieron en cenizas sus restos con su
querida capilla aquella noche de 1704 cuando una vela en la sacristía
del convento de la Victoria casi acaba con el famoso sitio.
Su mirada es transparente y profunda.
Un mar de cristal y plata antigua en sus ojos oblicuos.
Manto negro, toca blanca velan una
sedosa cabellera y enmarcan su piel de aceituna.
De su pecho asciende al expirar el
perfume suave de cientos de dalias (aztaxochitl, flor nacional de
Méjico descubiertas por los españoles y extendidas por todo el
mundo). Luego, la inspiración del azahar la embelesa y extasía,
Y su boca, ¡ay su boca, ocarina roja
de arcilla! suena por soleares.
Ella no me lo dice, pero, creo, le
gustaría floreciera en Triana, de nuevo su nombre, su nombre de
mujer.
Mª
PAZ HIDALGO