
'La Literata' es una tertulia sevillana de escritores y amantes de la literatura que se reúne en el Ateneo de Sevilla. La fundan en junio de 2013 dos abogadas, una médico oncóloga emérita, un catedrático de lógica, un arquitecto, una funcionaria, una jubilada, una poetisa y una geógrafa. Miembros fundadores a los que con posterioridad se han sumado nuevos contertulios.
lunes, 30 de mayo de 2022
EL TÚNEL 29 ( Helena Merriman, 2022)
lunes, 16 de mayo de 2022
CENTÉSIMO QUINTO ANIVERSARIO DEL NACIMIENTO DE JUAN RULFO
Después de tantas horas de caminar sin encontrar ni una sombra de árbol, ni una semilla de árbol, ni una raíz de nada, se oye el ladrar de los perros.
Uno ha creído a veces, en medio de este camino sin orillas, que nada habría después; que no se podría encontrar nada al otro lado, al final de esta llanura rajada de grietas y de arroyos secos. Pero sí, hay algo. Hay un pueblo. Se oye que ladran los perros y se siente en el aire el olor del humo, y se saborea ese olor de la gente como si fuera una esperanza.
Pero el pueblo está todavía muy allá. Es el viento el que lo acerca.
Hemos venido caminando desde el amanecer. Ahorita son algo así como las cuatro de la tarde. Alguien se asoma al cielo, estira los ojos hacia donde está colgado el sol y dice:
-Son como las cuatro de la tarde.
Ese alguien es Melitón. Junto con él, vamos Faustino, Esteban y yo. Somos cuatro. Yo los cuento: dos adelante, otros dos atrás. Miro más atrás y no veo a nadie. Entonces me digo: “Somos cuatro”. Hace rato, como a eso de las once, éramos veintitantos, pero puñito a puñito se han ido desperdigando hasta quedar nada más que este nudo que somos nosotros.
Faustino dice:
-Puede que llueva.
Todos levantamos la cara y miramos una nube negra y pesada que pasa por encima de nuestras cabezas. Y pensamos: “Puede que sí”.
No decimos lo que pensamos. Hace ya tiempo que se nos acabaron las ganas de hablar. Se nos acabaron con el calor. Uno platicaría muy a gusto en otra parte, pero aquí cuesta trabajo. Uno platica aquí y las palabras se calientan en la boca con el calor de afuera, y se le resecan a uno en la lengua hasta que acaban con el resuello. Aquí así son las cosas. Por eso a nadie le da por platicar.
Cae una gota de agua, grande, gorda, haciendo un agujero en la tierra y dejando una plasta como la de un salivazo. Cae sola. Nosotros esperamos a que sigan cayendo más y las buscamos con los ojos. Pero no hay ninguna más. No llueve. Ahora si se mira el cielo se ve a la nube aguacera corriéndose muy lejos, a toda prisa. El viento que viene del pueblo se le arrima empujándola contra las sombras azules de los cerros. Y a la gota caída por equivocación se la come la tierra y la desaparece en su sed.
¿Quién diablos haría este llano tan grande? ¿Para qué sirve, eh?
miércoles, 11 de mayo de 2022
NONAGÉSIMO ANIVERSARIO DEL NACIMIENTO DE FRANCISCO UMBRAL
Francisco Alejandro Pérez Martínez, más conocido como Francisco Umbral, nacido en Madrid el 11 de mayo de 1932, fue un escritor y periodista español cuya obra prolongó en la segunda mitad del siglo XX el realismo de raíz decimonónica.
Francisco Umbral pasó gran parte de su infancia en Valladolid; luego se instaló en Madrid, donde colaboró con los principales diarios y revistas, y se ganó una notable popularidad por el tono directo, irónico y no exento de provocación de sus artículos periodísticos.
Su obra narrativa, deudora del Mariano José de Larra de “Artículos de costumbres”, del Benito Pérez Galdós de “Episodios nacionales” y del Ramón Gómez de la Serna de las “Greguerías”, se inició con Balada de gamberros (1965) y Travesía de Madrid (1966), y adquirió luego una toma de conciencia personal, a partir del recuerdo y las limitaciones de la educación recibida, como recurso artístico que permitiese comprender la realidad presente.
Esta preocupación se hizo evidente en El giocondo (1970), Memorias de un niño de derechas (1972), Mortal y rosa (1975), novela de tono intimista y desesperanzado, y Las ninfas (1976). Su profusa producción, aunque al margen de las tendencias más modernas de la narrativa española, ocupa un destacado puesto dentro de ésta merced a su estilo chispeante, al uso de un léxico popular y hasta marginal, y a la contundencia de sus artículos periodísticos, que lo consagraron como notable cronista.
Algunas de las más destacadas recopilaciones de estas crónicas, en las que retrata con lucidez, ironía y humor la vida social, política y cultural del país y el paisaje humano de Madrid, son Diario de un snob (1974), Spleen de Madrid (1973), La rosa y el látigo (1994) o Las señoritas de Aviñón (1995). Los temas frecuentados en estas colaboraciones para la prensa y los del erotismo y la infancia forman parte de un mismo universo literario, de modo que las fronteras entre crónica, memorialismo y ficción son casi imperceptibles en la mayoría de sus libros.
A su extensa producción cabe agregar La noche que llegué al Café Gijón (1977), Diario de un escritor burgués (1979), Memorias de un hijo del siglo (1986), La forja de un ladrón (1997) o El socialista sentimental (2000), entre sus obras narrativas; Larra, anatomía de un dandy (1965), Lola Flores, sociología de la petenera (1971), Ramón y las vanguardias (1978), Y Tierno Galván ascendió a los cielos (1991), entre las biografías; España como invento (1984), El fetichismo (1986), Guía de la posmodernidad (1987), El socialfelipismo (1991), Del 98 a don Juan Carlos (1992), La década roja (1993), La palabra de la tribu (1994), entre las crónicas y ensayos.
Si bien es cierto que algunos sectores intelectuales le cuestionaron su escasa ambición innovadora, otros lo ensalzan como una de las figuras más relevantes de la literatura española del siglo XX, junto a Ramón del Valle-Inclán y Camilo José Cela. La subjetividad, la presencia de la memoria, un estilo incisivo y brillante y una permanente renovación del lenguaje son características que aparecen a lo largo de su extensa obra. En 1996 fue galardonado con el premio Príncipe de Asturias y en el 2000 con el Cervantes.
Falleció en Boadilla del Monte, Madrid, en 2007.
(Fernández, Tomás y Tamaro, Elena. «Biografía de Francisco Umbral». En Biografías y Vidas. La enciclopedia biográfica en línea [Internet]. Barcelona, España, 2004).
A continuación, uno de los artículos escritos por Umbral para el periódico El País:
El hombre que se inventó las pasiones
El escritor resalta que Cervantes rompió el compromiso burgués de la novela.
'Yo, como don Quijote, me invento pasiones para ejercitarme'. Esta gentil declaración de Voltaire encierra, me parece a mí la más fina y sutil interpretación de Cervantes. Porque don Quijote no está loco y Cervantes mucho menos, eso lo sabemos desde el principio del libro. Don Quijote es hidalgo cincuentón y soltero que, llegado a ese ápice de la vida, decide pegar el salto cualitativo y cambiar la realidad de los libros por la irrealidad de la vida, mucho más palpitante y vibrátil que lo meramente escrito. Don Quijote principia, o casi, por hacer realidad una metáfora, los molinos que se parecen a los gigantes, y arremete contra una realidad literaria que le desbarata, como tantas otras le van a desbaratar a lo largo de su nuevo camino. Pero aprendamos esto: que don Quijote nunca se enfrenta sino contra metáforas del vivir, desface alegorías y yangüeses, o se reposa en unos duques, de modo que la locura empieza con la realidad y no antes.
Voltaire vio bien que el hombre en madurez o pega ese salto que digo o le coge ya la postura a la vida, que es la muerte, y no dará más de sí. Don Quijote acierta con ese momento en que se cambia de vida, de cabalgadura, de compañía -Sancho Panza- de curas y bachilleres, de dueñas y sobrinas, del mismo sol en las mismas bardas. Los libros que leía le estaban hurtando a la poesía de la acción con la poesía poética y mala de la dicción. Así que incluso se inventa, entre las pasiones militares y andantes, una nueva pasión amorosa. Es la primera lección que Cervantes nos da en su libro. La vida tiene una segunda parte que se correspondería con la tercera juventud de Aristóteles. Es él, Cervantes, quien rompe con la mediocridad de su vida, pálidamente enaltecida de glorias bélicas, para emprender un libro donde está su rabia por el mundo, su energía al fin liberada al servicio de sí mismo, no ya la energía domeñada y servil del alcabalero y otras suertes. Cervantes es irónico por anacrónico. Ha empezado tarde su aventura y lo sabe. El Quijote no es el libro que vive sino la vida que no ha vivido, y no nos pone a su personaje como ejemplo de nada ni hidalguía de nadie, sino como caso singular de hombre que se decidió a pegar el salto y ese salto quien lo pega es él mismo en figura de Quijote, e incluso se lo hace pegar a un pobre borriquero hecho de perezas y conformidades, siendo así que Sancho nunca pierde el sentido, ese inútil y pobre sentido común del pueblo, pero tampoco pierde la ironía y la distancia para burlarse de su amo con todos los respetos. Don Quijote entra en su nueva edad como un escándalo y Sancho pasa todas las aduanas como un saco de centeno. Tenemos, entonces, el salto desdoblado en tres. Cervantes que roba la fama con un libro, don Quijote que toma por asalto la libertad del vivir más allá de la edad y la voluntad. Sancho, que primero a regüeldo y luego a pleno pulmón, vive vida de caballero andante sin haber leído tales libros. Es la primera rebelión española del intelectual aburguesado, la primera revolución burguesa del hidalgo antecedente y el primer motín del castellano pueblo, un motín de uno solo, Sancho, que vale por todos los que vendrán. Aún hoy, y hoy más que nunca, el hombre que no hace esa revolución interior, que no pega ese salto vecinal, será comido por el poder, amortajado por lo establecido y muerto de asco (...).
Hay tres razones para ser héroe, como diría Salvador Dalí. En Cervantes, estas razones son el inventarse pasiones, la capacidad de ejercitarse contra el tiempo y el haber roto con el compromiso burgués de la novela y de la vida. El hombre que se inventa pasiones es tan héroe o más como el que las vive. El hombre que se ejercita a diario, no sabemos si para la vida o para la muerte, es el que quiere agotarlo todo aquí y, como decía Juan Ramón Jiménez, que la muerte cuando llegue, sólo encuentre un pellejo vacío, porque nuestra sementera humana la hemos esparcido fecundamente. Por aclarar un poco las cosas, diremos que don Quijote, efectivamente, es un personaje de novela, pero donde veo yo al hombre metafórico es en Cervantes, que nos da el nivel medio del hombre español, siempre de santo laico, de héroe doblado o de comunero entre el pueblo. Queremos a Cervantes no tanto por ilustre como por hombre medio que roza irónicamente el fracaso para triunfar de la España oficial con su España real (...). (Francisco Umbral, El País, 24 de abril de 2001)
martes, 3 de mayo de 2022
EL HOMBRE QUE PASEABA CON LIBROS (Carsten Henn, 2022)
CENTÉSIMO VIGÉSIMO ANIVERSARIO DEL NACIMIENTO DE GEORGE ORWELL (1903-2023)
George Orwell, seudónimo de Eric Blair, nació en Motihari (India) el 25 de junio de 1903, falleciendo en Londres el 21 de enero de 1950. E...
